El pasado 15 de septiembre, el Parlamento Británico iniciaba la tramitación de un proyecto de ley presentado por los diputados conservadores Steve Baker y Douglas Carswell, con el que se propone modificar el actual sistema de reserva fraccionaria que permite la multiplicación del crédito, al tolerarse a los bancos, según las normas de cada país, conservar sólo, entre un uno y un diez por ciento del dinero depositado por los clientes en los bancos, y el resto dedicarlo a conceder préstamos. En definitiva, que los bancos, en contra de lo que suelen creer los ciudadanos, no custodian su dinero, sino que lo usan, ganan mucho utilizando los depósitos para sus propios fines, y si en un momento dado la gente va a buscarlo y lo saca en masa, descubren que no está allí, que es mentira, que no lo guardan.
De esta manera, el dinero circula de banco en banco, creando más dinero y más crédito, un gran negocio para los banqueros y una catástrofe para los ciudadanos, pues se trata sin duda de una de las causas principales de las grandes crisis cíclicas como la que vivimos en la actualidad, que obliga a las personas de a pie a rascarse los bolsillos, para sacar lo que no tienen, y ponerlo en los bancos, vía impuestos, o bien de manera indirecta -mediante “recortes sociales” por ejemplo-, y así llenar los grandes agujeros que dejaron los señoritos. Es ésta cuestión bien engañosa, pues cuando se rescata con dinero fabricado en los bancos centrales, hay quien cree que ese dinero no lo pone la gente, sin darse cuenta de que los llamados “ajustes” no son otra cosa que aligerar renta -se quita, por ejemplo, de las pensiones- e inversión, para dar viabilidad al sistema financiero.
Hoy estoy apoyando a mi colega Douglas Carswell, miembro del Parlamento por Clacton, que ha introducido un proyecto de ley para eliminar la reserva fraccionaria bancaria. Nuestros amigos de los Estados Unidos y Europa nos observan muy de cerca, pues el mismo problema afecta a todo el capitalismo.
Afirmaba Baker, con buen criterio, que en esta crisis los bancos tomaron dinero prestado de los bancos centrales a tipos de interés bajísimos, con lo que se impulsaron las concesiones de hipotecas sin esperanzas reales de que éstas fuesen devueltas ni pagado el principal de la deuda, fiándose en la absurda idea de que los precios de los pisos seguirían subiendo indefinidamente y que no existía el riesgo de impago, con lo que en realidad se estaba impulsando un monstruoso negocio de derivados, mediante la titulización masiva de esas hipotecas basura, que al final han ido a parar a manos de los bancos centrales, y por lo tanto están siendo pagadas por la ciudadanía, con lo que la banca vuelve a ganar una y otra vez, mientras sus directivos se llevan sus retribuciones bien crudas, allí donde las pueden guardar a buen recaudo.
Bien cierto es que el corolario de esta escandalosa etapa de nuestra historia estuvo en los rescates masivos de los bancos en todos los países, e incluso en las modificaciones legislativas que
se realizaron, por ejemplo, en España, a través de la legislación mercantil y del suelo, para impedir la quiebra de bancos y cajas de ahorros, interviniendo directamente para impedir las quiebras y mantener las empresas de promoción inmobiliaria y entidades financieras, como auténticos zombis, mientras el banco central compra las titulizaciones hipotecarias y deuda pública a mansalva a los bancos, para seguir financiándolos, y así estos siguen financiando a los estados, en una situación de imprevisible desenlace.
Concluía Baker su artículo:
Los enemigos de la libertad retratan la crisis financiera como un fallo del capitalismo. En realidad no son los mercados los que aseguran privilegios como los que tiene la banca con reserva fraccionaria, sino los políticos. El privilegio legal de la reserva fraccionaria destruye los mecánica de la propiedad capitalista y las leyes de contratación. Hoy, esperamos acabar con ella.
Supongo que a estas alturas se preguntarán cómo es posible que esta iniciativa no haya encontrado eco periodístico en España, algo que no se puede explicar sólo por la índole conservadora de la iniciativa. La pregunta huelga. Es una pregunta tonta: ¿quién financia aquí los medios de comunicación?
Lo único que he encontrado al respecto es este artículo de
Manuel Llamas en Libertad Digital. En el vídeo, el catedrático
Jesús Huerta de Soto, un viejo conocido de esta página, adalid de la llamada escuela austriaca de economía, explica en qué consiste el problema.
En este enlace, tienen una aproximación “de izquierdas” al problema, por si alguien tiene reacciones alérgicas a la “derecha”.
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