Un estudio hecho en los países nórdicos , demostró que las personas que invierten en bolsa no son los que más dinero tienen, sino lo más inteligentes.

"Por extraño y paradójico que le parezca: La renta variable es el activo-a largo plazo-más rentable y menos arriesgado".Francisco García Paramés

La clave en el mundo de las inversiones está en la PACIENCIA, como decía un inversor value "Más vale hacerse rico despacio que pobre rápidamente" .

Todo llega para quien sabe esperar.Nunca te des por vencido, las grandes cosas llevan tiempo.

‎ "Yo me fío más de cómo maneja la economía una familia que se juega el pan o un empresario, que se juega la ruina, que un grupo de señores que, cuando quiebran un país, se van a su casa, reciben seis cargos públicos o privados y se dedican a dar discursos."Daniel Lacalle

Los seres humanos observan que hoy en día las carreteras, los hospitales, las escuelas, el orden público, etc. etc., son proporcionados en gran (sino en exclusiva) medida por el estado, y como son muy necesarios, concluyen sin más análisis que el estado es también imprescindible. No se dan cuenta de que los recursos citados pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata, y conforme con las cambiantes y variadas necesidades de cada persona, a travésdel orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada.Jesús Huerta de Soto

Comprar cuando la bolsa baja y vender cuando sube es difícil porque va en contra de la naturaleza humana: en los últimos 3.000 años, cuando el vecino de al lado salía corriendo o gritaba "fuego", ha resultado rentable salir corriendo también. De ahí que cuando la bolsa sube nos dan ganas de comprar, y cuando baja nos dan ganas de vender, por una simple cuestión de biología.

¿Pero es que no os dais cuenta que todas las injusticias y toda la corrupción proviene de lo "publico"?‏



martes, 22 de noviembre de 2016

Jugar a la lotería ¿Sí o No?.


La probabilidad de que te toque un premio decente ( más de 100€ jugando un décimo de 20€) en la lotería nacional española de Navidad es de 1 entre 5000 ( es decir un 0,02%). Y si esperas que te toque " el gordo", es de 1 entre 100000( 0,001%). Si todos los años de tu vida juegas en Navidad un décimo a la lotería ( supongamos que vivas 100años), tendrías un 2% de probabilidades de que te toque más de 100€ jugando 20€ cada vez. Y si esperas que te toque "el gordo " , tienes una probabilidad de que te toque en toda tu vida de un 0,1%. Es decir, lo más normal es que no te toque nunca nada decente.

Si la lotería no es la de Navidad, la probabilidad es incluso menor. La probabilidad de que te toque la primitiva es de 1 entre 14000000 ( 0,000007%). La probabilidad de que te toque el euromillón, es aún menor, de 1 entre 76000000 ( 0,000001%).

En promedio la gente juega en loterías y apuestas varias, unos 600€ anuales ( 30000€ en 50 años). Y resulta que al 99,99% de la gente no le toca nada importante que pueda cambiar su vida lo más mínimo. Con esos 600€ anuales, invertidos durante 50 años al 6% anual ( es la rentabilidad histórica de la bolsa en los últimos 200 años), obtenemos un valor final descontado la inflación de unos 280000€. Como ves alguien que en vez de jugar lo hubiese invertido, habría obtenido en su vida , con un 100% de probabilidad, ¡ el premio " gordo " !.

domingo, 25 de septiembre de 2016

¿ Qué errores cometemos típicamente los españoles al ahorrar?

Estos son los tres errores típicos del español al ahorrar:

Error 1: Ahorrar al final de mes

Un 83% de las personas querrían ahorrar más cada año pero no lo consiguen y la razón es muy simple, están cometiendo el error más extendido: dejar el ahorro para lo último, ahorrar a final de mes. Es muy típico ir gastando el sueldo cada mes y uno o dos días antes del día 30 ver el saldo que queda en la cuenta y ahorrar esa cantidad. El problema es que la mayoría de veces sobra entre poco y muy poco porque, queramos o no, terminamos gastando lo que tenemos. El ser humano está programado para buscar la recompensa inmediata y en la sociedad actual ésta pasa por gastar y consumir.

Hay demasiadas tentaciones como para no caer en alguna de las trampas que salen a nuestro paso cada mes, demasiadas opciones como para fiarlo todo a tu fuerza de voluntad. ¿La solución? Es más sencilla de lo que crees y tiene un nombre: preahorrar.

Preahorrar consiste en pedirle a tu banco que todos los primeros de mes separe una parte de tu sueldo y la ponga automáticamente en una cuenta de ahorro. Se trata de evitar que el dinero llegue a nuestro bolsillo, porque una vez que esté ahí… ¡sabemos que será muy difícil no gastarlo!

Error 2: Confundir ahorrar con cazar gangas

Encontrar una oferta nos hace sentir bien, creernos más listos que la media y además pensar que estamos gestionando bien nuestro dinero, que somos buenos ahorradores. Nada más lejos de la realidad. En todo caso podremos ser buenos gastadores, pero no ahorradores porque a fin de cuentas lo que estamos haciendo es incurrir en un gasto.

La trampa de las gangas, da igual que se trate de un cupón de descuento o un 3×2, es que nos empujan a consumir, a seguir gastando, pero no nos ayudan a gestionar bien nuestro dinero. De hecho, no tienen nada que ver con la gestión financiera.

Error 3: Ahorrar sólo para el corto plazo

Pocas personas empiezan a ahorrar para pagar su casa sin hipoteca -ahorro a largo plazo- o para tener más libertad financiera. Por el contrario, es fácil que ahorren para irse vacaciones, para comprarse la consola que quieren, cenar en un restaurante exclusivo, tener el nuevo iPhone y, en general, para cualquier cosa que se pueda conseguir en un corto espacio de tiempo de no más de tres o cuatro meses.

Actuamos de este modo porque la recompensa suele estar cerca y así es fácil mantener el pulso ahorrador y la tensión que muchas personas necesitan para continuar con este esfuerzo. Pero al igual que ocurre con las dietas, con el ahorro lo que cuenta también son los hábitos, porque es una carrera de fondo. Si no se sostienen las buenas prácticas financieras es fácil volver a gastar de más. Precisamente por eso funciona tan bien preahorrar.

Además, si sólo ahorras a corto plazo te estás perdiendo la fuerza del interés compuesto, que es lo que de verdad hará crecer tu dinero. Para que el interés compuesto opere su magia necesita tiempo, cuanto más mejor.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Planea tu futuro

Planea tu futuro ahorrando e invirtiendo como si cuando te jubiles no hay dinero en el sistema para pagar tu pensión y piensa que si te pagan algo, es un extra que te llevas.
Una ecuación aproximada para todos aquellos que me preguntan lo mismo, ¿cuando me podré retirar y vivir de mis inversiones?
Independencia Financiera = Tus gastos anuales x 25

sábado, 13 de febrero de 2016

Los milagros que el Papa no ve

Los milagros que el Papa no ve

Al Papa Francisco no le gusta mucho el capitalismo y se le nota. Lo ha llamado una “nueva tiranía” (Evangelii Gaudium) a la que hay combatir interviniendo y manejando la economía para ayudar a los más pobres. Prefiere la supremacía de la política (él es, en varios aspectos, un político. Uno muy bueno) sobre la economía, dado que no considera a ésta como una ciencia de la acción humana, sino más bien como una entelequia peligrosa a la que hay que domar como al mítico Behemot, antes que destruya la Creación. En este sentido, recientemente ha dicho que “la política debe servir a la persona humana y no puede ser esclava de la economía y de las finanzas” (discurso en el Capitolio). El problema, Francisco, es justamente el opuesto: cuando la economía y las finanzas son esclavas del poder político. Pero continuemos.

Para solaz de quienes quieren un Papa populista (el término argentino es un “Papa peronista”) y para jaqueca de varios creyentes y defensores del libremercado —que hacen esforzados malabarismos para acomodar a Francisco dentro de sus propios cánones— el CEO de Dios ha expresado su opinión anticapitalista con indudable vehemencia en el discurso de Santa Cruz de la Sierra, solicitando que reflexionemos sobre la posibilidad de cambiar el sistema.
“¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?” diagnosticó, para luego asignar culpas al dinero (poderoso caballero, diría Quevedo). “Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos y la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo”.
Aquel discurso fue rematado con un párrafo que debería figurar en los diccionarios como impecable ejemplo de argumento ad populum: “Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos. Les invito a construir una alternativa humana a la globalización excluyente. No se achiquen”, cerró el Papa. Ovación de pie, por supuesto.
Finalmente, sólo hace algunos días —y a pesar de que el mundo ve con optimismo que, por primera vez en la historia de la humanidad, la pobreza extrema será menos del 10%— Francisco declaró que “el hambre ha alcanzado dimensiones de un verdadero escándalo que amenaza la vida y la dignidad de muchas personas, hombres, mujeres, niños y ancianos”.
Sin embargo, el mundo saca vertiginosamente gente de la pobreza y mejora las condiciones generales de vida, gracias al capitalismo y la globalización. ¿Todavía falta mucho por hacer? Por supuesto. Pero vamos muy bien encaminados. Allí donde hoy existe menos desarrollo económico y social, hay carencia y no abundancia de capital y globalización. El presente es mucho mejor que el pasado, y el futuro luce aún más prometedor. La foto es buena, pero la película es todavía mejor. Por lo que resulta muy curioso que el Papa esté mirando por el retrovisor y con ganas de girar en U.
¿Qué le pasa entonces a Francisco? Primera opción: el Papa sabe que el capitalismo es positivo para el desarrollo y nos está mintiendo. Segunda opción: el Papa padece de un marco de referencia demasiado estrecho que no le permite ver las bondades del capitalismo y lo lleva a asignarle culpas que éste no tiene.
No tengo razones ni pruebas para creer que el Papa mienta, así que no voy a considerar seriamente esta opción. No obstante, sólo por un momento, voy a imaginar que yo soy el Papa (Dios no juega tanto a los dados como para permitir que esto sea posible) y que sí tengo incentivo para mentir. ¿Cuáles serían éstos? Veamos.
Si quien escribe estas —ahora heréticas— líneas, fuera el indiscutible líder de una institución decimonónica, con pretensiones de ser eterna, que en el devenir de la historia se ha adaptado a todas las circunstancias posibles, y cuya esencia social es la de sostener a los pobres y afligidos, acaso me preocuparía un poco el hecho de que cada vez haya menos pobres y afligidos. Sobre todo al enterarme de que esa reducción de la pobreza y aumento del bienestar no se debe a la noble virtud teologal de la caridad cristiana, sino simplemente a la búsqueda de un prosaico provecho propio, coordinado por un sistema impersonal que permite prosperar a quienes satisfacen demandas ajenas, al que llamamos abreviadamente “capitalismo”.
Si yo fuese entonces el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana, me daría comezón ver que estoy perdiendo cuota de mercado en la “ayuda a los pobres y afligidos” a causa del abyecto capitalismo. Entonces, el humilde autor de este texto —momentáneamente devenido en Papa— acaso para preservar la motivación social de la institución (cambiarle la “misión y visión” a la Iglesia sería muy fatigoso) probablemente obviaría algunas estadísticas, escondería bajo la alfombra algunas verdades y de igual modo declararía que en el mundo está todo mal, y que la cosa probablemente se ponga peor.
El libro de Revelaciones de San Juan sería un relato optimista al lado de lo que yo diría para convencer a la gente de la necesidad social de que prevalezca la Iglesia Católica, único factor para ayudar a los (bienaventurados) pobres. Los ricos, por su parte, recibirían mis constantes filípicas, y cuidaría bien de agrandar el camello y achicar el ojo la aguja, para que de ningún modo se las arreglasen para colarse en el Reino de los Cielos.
Menos mal que no soy Papa.
Pero, volviendo, no tengo razones ni pruebas para suponer que el Papa piensa de este modo, así que voy a suponer que simplemente padece de un marco tan estrecho que no le permite ver que estamos más cerca del Paraíso que del Apocalipsis.
Gracias al capitalismo y la globalización (monstruo de dos cabezas para Francisco) el ser humano le está ganando la batalla a su condición natural de pobreza y vulnerabilidad. A partir de la Revolución Industrial y al acelerado proceso de globalización de las últimas décadas, se produjo más riqueza en un par de siglos que en los casi 1800 años anteriores. Y este crecimiento se acelera, beneficiando sobre todo, a los sectores más rezagados. En los últimos cincuenta años salieron de la pobreza más de 3.500 millones de personas. El hambre que, como dijimos, será este año de tan sólo un dígito, era hace medio siglo del 37%. Cada vez se produce más alimento y a más bajo costo. Ha bajado muchísimo la mortalidad infantil, y aumentado la esperanza de vida. Se ha logrado domar o vencer a innumerables enfermedades. La mayor tasa de capital per cápita ha generado un mayor nivel de vida no sólo económico, sino también social y cultural.
La tecnología, que acelera a una velocidad sorprendente, barre a diario con lo que hace poco se consideraba límites. Las utopías tecnológicas de ayer son la realidad de hoy. La promesa del profeta Isaías ("Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. El paralítico entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo") comienza a cumplirse, aún sin la intervención de un Mesías. Hoy presenciamos como retinas biónicas devuelven la vista a ciegos e implantes cocleares permiten a los sordos volver a oír. Prótesis robot permiten que los paralíticos caminen y softwares avanzados devuelven la voz a los mudos. Y esto es sólo el principio.
La situación referida representa, en cierto sentido, un verdadero “milagro” de la humanidad y de un sistema que no será perfecto (nada en el mundo lo es, ni siquiera el Papa o la Iglesia) pero que nos ha permitido crecer y multiplicarnos de una manera que era imposible en épocas pre-capitalistas. Sería bueno que el Papa ensanche su marco de referencia y analice la situación de la humanidad desde entonces y hasta ahora. Es tan instintivo como equivocado suponer que si hay pobres es porque hay ricos, o pensar que nada bueno puede surgir de la ambición o el interés propio. Uno ya está cansado de repetir la cita de Smith sobre la benevolencia del carnicero, cervecero, panadero, pero acaso alguien debería arrimársela a Francisco. El Papa, habida cuenta del peso de su opinión, debería evitar estos y otros simplismos. El discurso anticapitalista, además de estar equivocado, fomenta el resentimiento, el nacionalismo exacerbado y el miedo de que se cumplan ingenuas profecías malthusianas.
Acaso Francisco necesite alternar sus visitas a pobres o políticos (me abstengo de hacer una correlación entre la proliferación de ambos grupos) con otras visitas, a empresas y emprendedores que producen y generan desarrollo económico (sólo movidos por su interés) o recorrer las firmas tecnológicas que, por ejemplo, están haciendo que los ciegos vean y los sordos escuchen. Acaso, como el apóstol Tomás, el Papa necesite ver y tocar para creer, y convencerse de que, en definitiva, el capitalismo no es más que la humanidad haciéndose cargo de crear su propio milagro

miércoles, 27 de enero de 2016

¿ Y si la seguridad estuviera en el riesgo?


El ciudadano de a pie piensa que su dinero está más seguro en su banco o en la renta fija, pero nada más lejos de la realidad. Existe algo que se llama inflación. La subida de precios es el asesino silencioso de cualquier capital, de hecho el verdadero riesgo es no invertir. Otro riesgo es la posibilidad de quiebra del bancos / gobiernos, esto parecía impensable hace 8 años pero la caída de Lehman Brothers lo cambió todo. El gobierno aumentó fondo de garantía de depósitos desde importes de 20.000 euros hasta importes iguales ó inferiores a 100.000 euros, lo cual sobre el papel es buena idea, pero en caso de un colapso general del sistema financiero español esto no sirve de nada.
Es más, el tándem Gobierno-Bancos le dirán lo contrario, y es verdad. Usted siempre recuperará su dinero. En el caso de un colapso grave, se imprimiría dinero de forma masiva y a usted le devolverían sus 100.000 euros pero esta impresión de dinero generaría una inflación muy elevada y el poder real de compra, que es lo que importa, sería nulo o muy bajo.

La adicción de los gobiernos a imprimir dinero de forma descontrolada es evidente. Casi todos los países del mundo desarrollado han adoptado medidas tipo QE. Hace 10 años, un escenario de hiperinflación parecía difícil en Venezuela, pero acabó sucediendo y la inflación alcanzó cotas record del 150% en el 2015, la más alta del mundo, a día de hoy. Esto significa que el poder real de compra de 100.000 bolívares pasó a ser de 40.000. ¿Cómo se explica entonces que el mercado bursátil de Venezuela se haya multiplicado por 3x en 2015? La respuesta es que la bolsa es un activo real. Las empresas producen bienes que necesita la sociedad. Si los salarios y materias primas suben de precio debido a la inflación, las empresas suben sus precios. De esta forma los beneficios nominales aumentan, aunque los beneficios reales (ajustados por la inflación) suban más despacio.Supongamos que una empresa de supermercados tiene ventas anuales de 1.000 bolívares con unos costes de materiales y personal de 900 bolívares. El beneficio antes de impuestos es de 100 bolívares. Si aparece una inflación del 150% en un año, los salarios y los costes de materias primas suben a 2250. Como la gente sigue necesitando comida y bienes básicos la empresa sube los precios en la misma proporción que los bienes y los salarios. Las ventas aumentan a 2.500 bolívares. De esta forma el beneficio antes de impuestos es de 250 bolívares. Las acciones cotizan a un múltiple sobre beneficios. Si asumimos múltiplos contantes el precio de la acción debería subir un 150%. El Índice venezolano de hecho ha subido más, un 200%. ( este ejemplo es solo valido en empresas con bajo componente en importaciones ).Sin embargo las personas que poseen bonos no reciben más intereses anuales cuando sube la inflación.La persona que invirtió 100.000 bolívares en la bolsa de Venezuela en 2015 tiene ahora 300.000, pero le afecta de igual forma la inflación, por este efecto, su poder real de compra rondaría los 120.000 bolívares. Sin duda, esto es mucho mejor que, el inversor “prudente” que ha visto como su patrimonio solo compra un 40% de la cantidad inicial.

Desde España se sigue con especial interés todo lo que sucede en Argentina y el lector seguro que ha oído hablar del “corralito” argentino. Este término tan curioso, no es más que otra devaluación masiva de la moneda con el objetivo de salvar el sistema financiero. Los depositantes de bancos y tenedores de renta fija, lo perdieron casi todo. Sin embargo, el inversor prudente de activos reales, corrió diferente suerte.En los primeros compases de la crisis argentina, la Bolsa (índice Merval) bajó de un nivel de 400 puntos a la zona de los 200 puntos (este movimiento se demostró que no era fruto del riesgo, sino de la volatilidad), desde el corralito del 2001 el índice Merval ha escalado hasta los 10.000 puntos. Multiplicando por 50x desde el fatídico corralito. Durante estos años la inflación ha promediado el 10% anual.
Los bancos suelen pagar en los plazos fijos un interés igual o inferior a la inflación. Una persona que haya dejado 100.000 pesos en un banco Argentino incluso después de la crisis de 2001, como mucho ha preservado el poder de compra si asumimos como verdaderas las cifras del gobierno respecto a la inflación. Si la persona fue más “prudente” y no invirtió en nada, gracias a la inflación esos 100.000 pesos tendrían hoy en día un poder de compra de tan solo 22.800 pesos.El inversor que tenía bolsa ha multiplicado por 25x su inversión, habiendo tenido que sufrir entre medias, la caída del 50%+ en el corralito. El rendimiento medio de la bolsa argentina ha sido del 25% anual en estos 15 años, pero el efecto de la subida de precios resta un 10% anual, el valor real de 100.000 pesos invertidos en bolsa es de unos 700.000 pesos y su valor nominal sería de 2,5 millones de pesos. La diferencia es abismal.¿Pero a qué viene preocuparse ahora por la inflación si todo el mundo habla de deflación? Es cierto que será difícil que en el mundo desarrollado veamos semejantes niveles de inflación como los citados anteriormente, pero todo es posible con los continuos experimentos monetarios. El único escenario muy desfavorable para las acciones es la deflación de la que tanto se habla. Pensamos que es poco probable dada la afición que tienen los gobiernes de usar las imprentas de moneda y timbre. La economía está estructurada para favorecer la inflación. Es un impuesto al que se es muy difícil de renunciar.

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