El ciudadano de a pie piensa que su dinero está más seguro en su banco o en la renta fija, pero nada más lejos de la realidad. Existe algo que se llama inflación. La subida de precios es el asesino silencioso de cualquier capital, de hecho el verdadero riesgo es no invertir. Otro riesgo es la posibilidad de quiebra del bancos / gobiernos, esto parecía impensable hace 8 años pero la caída de Lehman Brothers lo cambió todo. El gobierno aumentó fondo de garantía de depósitos desde importes de 20.000 euros hasta importes iguales ó inferiores a 100.000 euros, lo cual sobre el papel es buena idea, pero en caso de un colapso general del sistema financiero español esto no sirve de nada.
Es más, el tándem Gobierno-Bancos le dirán lo contrario, y es verdad. Usted siempre recuperará su dinero. En el caso de un colapso grave, se imprimiría dinero de forma masiva y a usted le devolverían sus 100.000 euros pero esta impresión de dinero generaría una inflación muy elevada y el poder real de compra, que es lo que importa, sería nulo o muy bajo.
La adicción de los gobiernos a imprimir dinero de forma descontrolada es evidente. Casi todos los países del mundo desarrollado han adoptado medidas tipo QE. Hace 10 años, un escenario de hiperinflación parecía difícil en Venezuela, pero acabó sucediendo y la inflación alcanzó cotas record del 150% en el 2015, la más alta del mundo, a día de hoy. Esto significa que el poder real de compra de 100.000 bolívares pasó a ser de 40.000. ¿Cómo se explica entonces que el mercado bursátil de Venezuela se haya multiplicado por 3x en 2015? La respuesta es que la bolsa es un activo real. Las empresas producen bienes que necesita la sociedad. Si los salarios y materias primas suben de precio debido a la inflación, las empresas suben sus precios. De esta forma los beneficios nominales aumentan, aunque los beneficios reales (ajustados por la inflación) suban más despacio.Supongamos que una empresa de supermercados tiene ventas anuales de 1.000 bolívares con unos costes de materiales y personal de 900 bolívares. El beneficio antes de impuestos es de 100 bolívares. Si aparece una inflación del 150% en un año, los salarios y los costes de materias primas suben a 2250. Como la gente sigue necesitando comida y bienes básicos la empresa sube los precios en la misma proporción que los bienes y los salarios. Las ventas aumentan a 2.500 bolívares. De esta forma el beneficio antes de impuestos es de 250 bolívares. Las acciones cotizan a un múltiple sobre beneficios. Si asumimos múltiplos contantes el precio de la acción debería subir un 150%. El Índice venezolano de hecho ha subido más, un 200%. ( este ejemplo es solo valido en empresas con bajo componente en importaciones ).Sin embargo las personas que poseen bonos no reciben más intereses anuales cuando sube la inflación.La persona que invirtió 100.000 bolívares en la bolsa de Venezuela en 2015 tiene ahora 300.000, pero le afecta de igual forma la inflación, por este efecto, su poder real de compra rondaría los 120.000 bolívares. Sin duda, esto es mucho mejor que, el inversor “prudente” que ha visto como su patrimonio solo compra un 40% de la cantidad inicial.
Desde España se sigue con especial interés todo lo que sucede en Argentina y el lector seguro que ha oído hablar del “corralito” argentino. Este término tan curioso, no es más que otra devaluación masiva de la moneda con el objetivo de salvar el sistema financiero. Los depositantes de bancos y tenedores de renta fija, lo perdieron casi todo. Sin embargo, el inversor prudente de activos reales, corrió diferente suerte.En los primeros compases de la crisis argentina, la Bolsa (índice Merval) bajó de un nivel de 400 puntos a la zona de los 200 puntos (este movimiento se demostró que no era fruto del riesgo, sino de la volatilidad), desde el corralito del 2001 el índice Merval ha escalado hasta los 10.000 puntos. Multiplicando por 50x desde el fatídico corralito. Durante estos años la inflación ha promediado el 10% anual.
Los bancos suelen pagar en los plazos fijos un interés igual o inferior a la inflación. Una persona que haya dejado 100.000 pesos en un banco Argentino incluso después de la crisis de 2001, como mucho ha preservado el poder de compra si asumimos como verdaderas las cifras del gobierno respecto a la inflación. Si la persona fue más “prudente” y no invirtió en nada, gracias a la inflación esos 100.000 pesos tendrían hoy en día un poder de compra de tan solo 22.800 pesos.El inversor que tenía bolsa ha multiplicado por 25x su inversión, habiendo tenido que sufrir entre medias, la caída del 50%+ en el corralito. El rendimiento medio de la bolsa argentina ha sido del 25% anual en estos 15 años, pero el efecto de la subida de precios resta un 10% anual, el valor real de 100.000 pesos invertidos en bolsa es de unos 700.000 pesos y su valor nominal sería de 2,5 millones de pesos. La diferencia es abismal.¿Pero a qué viene preocuparse ahora por la inflación si todo el mundo habla de deflación? Es cierto que será difícil que en el mundo desarrollado veamos semejantes niveles de inflación como los citados anteriormente, pero todo es posible con los continuos experimentos monetarios. El único escenario muy desfavorable para las acciones es la deflación de la que tanto se habla. Pensamos que es poco probable dada la afición que tienen los gobiernes de usar las imprentas de moneda y timbre. La economía está estructurada para favorecer la inflación. Es un impuesto al que se es muy difícil de renunciar.