Un estudio hecho en los países nórdicos , demostró que las personas que invierten en bolsa no son los que más dinero tienen, sino lo más inteligentes.

"Por extraño y paradójico que le parezca: La renta variable es el activo-a largo plazo-más rentable y menos arriesgado".Francisco García Paramés

La clave en el mundo de las inversiones está en la PACIENCIA, como decía un inversor value "Más vale hacerse rico despacio que pobre rápidamente" .

Todo llega para quien sabe esperar.Nunca te des por vencido, las grandes cosas llevan tiempo.

‎ "Yo me fío más de cómo maneja la economía una familia que se juega el pan o un empresario, que se juega la ruina, que un grupo de señores que, cuando quiebran un país, se van a su casa, reciben seis cargos públicos o privados y se dedican a dar discursos."Daniel Lacalle

Los seres humanos observan que hoy en día las carreteras, los hospitales, las escuelas, el orden público, etc. etc., son proporcionados en gran (sino en exclusiva) medida por el estado, y como son muy necesarios, concluyen sin más análisis que el estado es también imprescindible. No se dan cuenta de que los recursos citados pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata, y conforme con las cambiantes y variadas necesidades de cada persona, a travésdel orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada.Jesús Huerta de Soto

Comprar cuando la bolsa baja y vender cuando sube es difícil porque va en contra de la naturaleza humana: en los últimos 3.000 años, cuando el vecino de al lado salía corriendo o gritaba "fuego", ha resultado rentable salir corriendo también. De ahí que cuando la bolsa sube nos dan ganas de comprar, y cuando baja nos dan ganas de vender, por una simple cuestión de biología.

¿Pero es que no os dais cuenta que todas las injusticias y toda la corrupción proviene de lo "publico"?‏



miércoles, 12 de agosto de 2009

Los dos modos en que un inversor puede ganar dinero

Los dos modos en que un inversor puede ganar dinero
Una persona que compra un activo
(acciones, bonos, activos
inmobiliarios, oro en lingote…) puede materializar los beneficios de
dos modos diferentes que no son exclusivos. Uno consiste
simplemente en vender de nuevo el activo a un precio superior. El
otro consiste en cobrar cualquiera de las “rentas” que el activo
genere
: dividendos en el caso de las acciones, intereres en el caso
de los bonos, arrendamientos en el caso de los activos
inmobiliarios y gastos respecto al oro. Pasado un tiempo, el
inversor puede vender el activo y los rendimientos totales serán
una combinación de las rentas logradas más, o menos, cualquier
diferencia en el precio. Denominaremos la primera parte de los
beneficios “rentas” y la segunda “apreciación”.
Un inversor en un “activo ilíquido”, es decir, un activo cuyo precio
no cambia a diario, como por ejemplo una fábrica, suele
concentrarse en las rentas y no en el precio de reventa potencial
del activo. Existen tres razones que explican este hecho: en primer
lugar, la apreciación solamente sucede cuando dicho inversor
vende la fábrica, lo que, probablemente, no suele plantearse con
frecuencia; en segundo lugar, en cualquier caso, nadie sabe cuál
será el “precio de mercado” diario de la fábrica, porque cada
fábrica es diferente, no se compra ni se vende todos los días y,
aunque se hiciera, el precio no se publica habitualmente; por
último, a lo largo del tiempo, la apreciación de un activo que
genera una renta está estrechamente correlacionada con las
rentas que genera realmente, de modo que, prestar atención a las
rentas supone atender al resto. Esto es, básicamente, lo que hace
la mayoría de propietarios de negocios. Para ellos, la rentabilidad
de la inversión es el importe real de las rentas cobradas, dividido
por el capital que tuvieron que invertir para ser el propietario del
negocio. La venta del negocio puede suceder o no suceder en
algún momento en el futuro, y el precio de reventa posiblemente
dependerá de lo rentable que sea.
No obstante, tan pronto como exista un “mercado líquido” para los
activos, es decir, actividad constante de compraventa, los
inversores comenzarán a olvidarse de las rentas que se supone
que producirá el activo, y se fijarán en los cambios de precio
diarios. Esto no es muy lógico; el hecho de que una parte del
negocio cotice en el mercado bursátil, por ejemplo, no altera la
naturaleza de dicho negocio de modo significativo. Sin embargo, sí
cambia la previsión del propietario: en lugar de preocuparse por
los beneficios de la empresa, el “inversor” consulta el precio de la
acción todos los días y estima un beneficio cuando el precio sube
y una pérdida cuando el precio baja.
Los precios diarios suben y bajan con mayor frecuencia que los
beneficios a largo plazo porque muchos inversores no intentan
adivinar cuáles serán los beneficios a largo plazo (los cuales, en
muchos casos, pueden valorarse aproximadamente con cierta
certeza), sino cuál será el precio de la acción a corto plazo. Esto
provoca una situación imposible en la que todo el mundo intenta
predecir el comportamiento del resto, lo que genera incluso una
mayor volatilidad hasta un punto en el que los precios pueden
perder su relación con los beneficios subyacentes.
Acabamos de afirmar que en muchos casos, los beneficios a largo plazo pueden estimarse con cierta certeza. En anteriores boletines informativos, hemos insistido en que, pese a que lo que nos
quieran hacer creer los medios empresariales, las condiciones
macroeconómicas (el comportamiento de la economía) solamente
suponen una diferencia modesta para los beneficios de las
empresas a lo largo del tiempo y, por tanto, no son un factor muy
importante para el inversor a largo plazo. ¿Seguimos manteniendo
esto tras todo lo sucedido en los últimos trimestres?
continúa aquí
http://s-i-a.ch/SIA/files/Newsletter/200907_LTIF_Newsletter_ES.pdf

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