Un estudio hecho en los países nórdicos , demostró que las personas que invierten en bolsa no son los que más dinero tienen, sino lo más inteligentes.

"Por extraño y paradójico que le parezca: La renta variable es el activo-a largo plazo-más rentable y menos arriesgado".Francisco García Paramés

La clave en el mundo de las inversiones está en la PACIENCIA, como decía un inversor value "Más vale hacerse rico despacio que pobre rápidamente" .

Todo llega para quien sabe esperar.Nunca te des por vencido, las grandes cosas llevan tiempo.

‎ "Yo me fío más de cómo maneja la economía una familia que se juega el pan o un empresario, que se juega la ruina, que un grupo de señores que, cuando quiebran un país, se van a su casa, reciben seis cargos públicos o privados y se dedican a dar discursos."Daniel Lacalle

Los seres humanos observan que hoy en día las carreteras, los hospitales, las escuelas, el orden público, etc. etc., son proporcionados en gran (sino en exclusiva) medida por el estado, y como son muy necesarios, concluyen sin más análisis que el estado es también imprescindible. No se dan cuenta de que los recursos citados pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata, y conforme con las cambiantes y variadas necesidades de cada persona, a travésdel orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada.Jesús Huerta de Soto

Comprar cuando la bolsa baja y vender cuando sube es difícil porque va en contra de la naturaleza humana: en los últimos 3.000 años, cuando el vecino de al lado salía corriendo o gritaba "fuego", ha resultado rentable salir corriendo también. De ahí que cuando la bolsa sube nos dan ganas de comprar, y cuando baja nos dan ganas de vender, por una simple cuestión de biología.

¿Pero es que no os dais cuenta que todas las injusticias y toda la corrupción proviene de lo "publico"?‏



jueves, 20 de mayo de 2010

Sobrevivir a la crisis: cómo ahorrar y por qué

Por José Carlos Rodríguez

La crisis no sólo está aquí, sino que ha llegado para instalarse. No permanentemente, claro está, pero sí durante unos años. El FMI calcula que España no alcanzará un nivel de crecimiento suficiente como para crear empleo hasta 2016. Hay quien habla de una “década perdida” en la economía española, de la que llevaríamos ya dos años y medio. La situación no tiene porqué ser tan negra, pero debemos estar preparados para cualquier eventualidad. Y para ellos es necesario, imprescindible, ahorrar.

El ciclo económico de la vida suele seguir estos pasos: En la primera parte de la vida vivimos de nuestros padres, que nos acojen en casa y nos pagan la formación. Luego (o al mismo tiempo) nos integramos en el mundo laboral para tener una vida independiente. Nuestros ingresos dependen de las rentas del trabajo. Entonces tenemos que ahorrar, es decir, transformar renta en riqueza. A lo largo de la vida laboral, iremos mejorando profesionalmente y subiendo el salario, pero también tendremos necesidades más caras. Si aún así seguimos ahorrando, lograremos acumular un capital (vivienda, acciones, cuentas de ahorro…) que podrá sostenernos cuando dejemos de trabajar. Entonces llegará el momento en que transformaremos la riqueza en renta. Según cómo lo hagamos, podremos completar a partir de cierta edad la renta del trabajo con las rentas de nuestro capital. En ese caso habremos conseguido una verdadera seguridad económica.

Ahorrar es importante. Debe ser uno de nuestros principales objetivos por lo que se refiere a nuestro empeño económico; no podemos dejarlo a observar cuánto resta mes a mes de lo que ingresamos. Tenemos que plantearnos un objetivo y atenernos a él. El ahorro puede tener, en principio, tres fines diferentes:

El primero, más que ahorro es mantener un saldo de tesorería para hacer frente a los gastos corrientes, más a algún gasto extra a que debamos hacer frente. El segundo es tener un “colchón” por si vienen mal dadas. Los expertos señalan que es necesario, no sólo conveniente, contar con un fondo que nos pudiera sostener con el mismo nivel de vida un período mínimo de 3 a 6 meses. En una economía con tanto paro como la española, debemos estar preparados para ampliar ese período sin ingresos. El tercer objetivo, ya señalado, es el de crear un capital que nos otorgue una verdadera seguridad económica. Es el más importante de los tres y también el que plantea más retos. ¿Qué tipo de vida queremos y nos podemos permitir? ¿Cuáles son nuestros objetivos a cinco, a diez, a cuarenta años?

Un plan de ahorro

Antes de entrar en los trucos y estrategias para rebajar los gastos (en un próximo artículo), es necesario dar un vistazo general a las razones, prioridades y estrategias generales. Ya sabemos cuáles son los fines del ahorro. Ahora toca poner en orden la casa para saber dónde estamos, hacia dónde vamos, y cómo.

El primer paso es saber dónde estamos. Aunque parezca chocante, es muy común no tener claro cuál es la situación financiera de la familia. Por eso lo primero que hay que hacer es un inventario de los ingresos: Típicamente serán los ingresos del trabajo, pero podemos tener otros ingresos si contamos con un capital previo: El alquiler de un piso o los dividendos de unas acciones.

Todo ingreso es inseguro, pero podemos dividir esos ingresos en función de su seguridad. Por ejemplo, para hacer el cálculo de lo que son los ingresos fijos, podemos conformarnos con el salario y sólo una parte de los dividendos de acciones, que son más volátiles. Los ingresos más aleatorios, o los de trabajos esporádicos, bien podemos sumar lo que representen en un año y dividirlos por 12, o bien olvidarnos de ellos en el cálculo, y destinarlos directamente al ahorro en cuanto se produzcan. Es mejor esta segunda opción, porque si los incluimos en los ingresos mensuales medios y luego no se producen, habremos hecho una mala planificación del ahorro.

Una vez conocemos los ingresos, vamos con los gastos. Nadie dijo que ahorrar fuera fácil. No son sólo las renuncias, sino también las tareas que tenemos que hacer. Conocer los gastos supone hacer un registro de ellos. Tenemos más control sobre los gastos que sobre los ingresos. Hay que dedicar un mes o dos a tomar nota de los gastos. Por ejemplo, se puede ir apuntando todo en una libreta, pasarlo a limpio cada semana y luego hacer lo mismo con los gastos del mes. En uno o dos meses tendremos ya una idea muy aproximada de cuáles son nuestros gastos. Hay que ser tan detallado como sea posible, e incluir los pequeños gastos. Luego hay que asignarles una categoría, para no tener una simple lista, que puede ser incómoda de gestionar: (hipoteca, servicio doméstico, colegios, compra de alimentos, compra de vestuario, gasolina…). Hay gastos anuales y gastos extraordinarios. Los anuales se pueden dividir fácilmente entre 12. Los extraordinarios que sean más o menos previsibles (revisión del coche, por ejemplo), también. Con los datos del gasto en la mano, lo más probable es que nos llevemos alguna sorpresa. Hay categorías a las que dedicamos más dinero del que pensamos. El pago de hipotecas y otras deudas es un gasto aunque no sea consumo, y debe incluirse.

Con los ingresos y los gastos sabremos cuánto ahorramos mensualmente. Aquí caben tres supuestos:

Nuestros ingresos superan a los gastos. Estamos en el buen camino, pero ahora queda recorrerlo. Es necesario fijarse unos objetivos de ahorro y comenzar a pensar en dónde invertir el dinero.

Nuestros ingresos igualan a los gastos. No nos podemos quedarnos satisfechos. Hay que ahorrar, por las razones expuestas. Es tentador seguir lo que Robert Kyosaki llama “la carrera de la rata”, en referencia a los hámster que corre sin parar sin avanzar un centímentro: consiste en ir subiendo nuestro nivel de vida a medida que aumentamos nuestros ingresos, sin dejar hueco al ahorro. El problema de esta “carrera de la rata” es que, como el hamster que corre sin parar sin avanzar un centímetro, la familia corre también, pero sin formar un patrimonio. Y se mantiene siempre al filo del abismo, que llega en cuanto tiene que hacer frente a un gasto extraordinario o se corta una fuente de ingresos.

Son los gastos los que superan a los ingresos. Decididamente, tenemos un problema.

Ya sabemos cuál es nuestra situación. Ahora tenemos que fijarnos un objetivo. O bien necesitamos ahorrar una cantidad concreta en un plazo determinado, por ejemplo porque queremos comprar un coche o una casa, o bien estamos pensando en acumular un fondo ante cualquier contingencia o acumular un capital. Hacemos el cálculo, y nos saldrá una cantidad que ahorrar al mes. Y ajustamos el consumo para alcanzar ese ahorro. Si el objetivo no es realista (por ejemplo, una persona sola que vive en Madrid con 12 pagas de 1.000 euros y necesita ahorrar 400), hay que reformularlo a una cantidad asumible. Como guía, un 10 por ciento de la renta disponible como mínimo es una norma fácil de recordar y asumible en condiciones normales.

Más importante y urgente que acumular una cantidad en cuentas de ahorro y acciones es reducir la deuda. No es que haya que amortizar la hipoteca con cada euro extra que ganemos. Además es la deuda más barata de todas. Pero antes de acumular dinero hay que acabar con cualquier deuda por consumo o con la acumulada en las tarjetas de crédito. Últimamente se están introduciendo en el mercado unas tarjetas que no se amortizan automáticamente al vencimiento del mes, sino que son líneas abiertas de crédito. Son un peligro para la economía de una familia, como demuestra la experiencia de los Estados Unidos. Aunque puntualmente pueden sernos útiles.

¿Cuáles son las partidas en las que podemos ahorrar más fácilmente? Eso queda para otro artículo.

Fuente

Saludos

No hay comentarios: