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Cuando Charlie y yo compramos acciones de una compañía -lo cual consideramos como comprar parte de un negocio- nuestro análisis es muy similar al que utilizamos cuando adquirimos empresas enteras. Primero tenemos que ver si podemos hacer una proyección de sus ingresos a 5 años mínimo. Si la respuesta es sí, compraremos las acciones si se venden a un precio razonable en relación a nuestra valoración. Sin embargo, si no podemos estimar sus ingresos futuros –que suele ser lo más normal– la descartamos y pasamos a valorar otras posibilidades.
En los 54 años que llevamos juntos, nunca hemos descartado una compra atractiva debido al entorno macro o político, o las opiniones de otras personas. De hecho, estos temas ni siquiera surgen cuando tomamos las decisiones de inversión.
Es esencial, sin embargo, que reconozcamos donde empieza y donde acaba nuestro círculo de competencia y permanezcamos dentro de él. Incluso aunque no nos salgamos de él, cometeremos algunos errores, tanto con la compra acciones como con la adquisición de empresas. Pero aun así, no son tan desastrosos como otros que ocurren, por ejemplo, cuando un gran mercado alcista anima a comprar a las masas con el objetivo de no perdérselo bajo ningún concepto.
La mayoría de inversores no se toman el análisis de empresas como una prioridad en sus vidas, aunque si fuesen inteligentes, concluirían que no son especialistas en ningún negocio como para intentar estimar el potencial de beneficio de una compañía.
Aunque tengo buenas noticias para todos ellos: El inversor particular no requiere de esta habilidad. Los negocios estadounidenses, en conjunto, lo han hecho de maravilla con el tiempo y seguirán haciéndolo (aunque, con toda seguridad, con algún que otro traspiés). En el siglo XX, el índice Dow Jones Industrial avanzó de 66 a 11.497 puntos, pagando una suma importante de dividendos por el camino. El Siglo XXI, estoy seguro, será testigo de mayores avances. El objetivo de los inversores particulares no debe ser elegir a las acciones ganadoras -ni él ni sus gurús pueden conseguirlo- sino que el objetivo debe ser adquirir una parte representativa de las empresas que en conjunto están obligadas a hacerlo bien. Con un fondo indexado del S&P 500 con un bajo coste conseguirán este objetivo.
Ésta es la mejor decisión que puede tomar un inversor particular, aunque el momento de invertir también es importante. El principal peligro para el inversor que da sus primeros pasos en la inversión es que lo haga cuando el mercado se encuentra en un momento culminante y de extrema exuberancia y luego se desilusione cuando su inversión se ponga con pérdidas.
El antídoto para esta complicada situación para el inversor es acumular acciones durante ese periodo y no venderlas nunca a pesar de que las noticias que le lleguen sean malas o las acciones se encuentren muy lejos de sus máximos. Siguiendo estas reglas, el inversor que no quiere saber nada de lo que digan los medios, que diversifica y que mantiene sus costes a raya, con total certeza, obtendrá resultados satisfactorios.
De hecho, “el inversor de a pie” que es realista sobre sus limitaciones es probable que obtenga mejores resultados a largo plazo que el profesional “bien informado” pero que no es consciente de sus carencias.
Sin embargo, los individuos y las instituciones se ven constantemente animados a invertir de forma activa por aquellos que se benefician de vender ideas de inversión o de recibir comisiones por la compraventa de acciones. En este caso, el coste de invertir puede ser enorme para los inversores, en especial para los particulares, los cuales son desprovistos de sus beneficios. Por lo tanto, ignora los charlatanes, minimiza los gastos e invierte en acciones como lo harías en una granja.
Y no hablo por hablar. Lo que aconsejo aquí es lo mismo que voy a hacer con parte de mi herencia. El dinero en efectivo le será entregado a un fiduciario en beneficio de mi esposa -eso es lo que haré en cuanto al dinero, porque todas mis acciones de Berkshire serán distribuidas en su totalidad a ciertas organizaciones filantrópicas durante los diez años siguientes al inicio del reparto de la herencia-. Mi consejo al fiduciario no podría ser más simple: poner el 10% del efectivo en bonos del Estado a corto plazo y el 90% en un fondo indexado del S&P 500 de muy bajo coste (sugiero Vanguard's).
Creo que los resultados a largo plazo del fiduciario serán superiores a los alcanzados por la mayoría de los inversores -ya sean fondos de pensiones, instituciones o particulares- que que emplean a gestores con sueldos elevados.
Warren E. Buffett
Chairman of the Board
February 28, 2014
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