MANUEL LLAMAS
El Parlamento británico ha aceptado debatir a partir del próximo noviembre una propuesta que supone una auténtica revolución para el actual sistema bancario. Steve Baker y Douglas Carswell, diputados conservadores de la Cámara, presentaron el miércoles, con el apoyo de otros miembros de su partido, una reforma financiera inédita,consistente en limitar la reserva fraccionaria de la banca. Es decir, el privilegio legal por el cual una entidad puede prestar los depósitos a la vista de sus clientes, expandiendo así el crédito.
Así, por ejemplo, cuando un cliente deposita 100 euros en una cuenta a la vista (cuenta corriente), su dinero, en realidad, se esfuma ya que, automáticamente, la entidad está autorizada legalmente por el gobierno para prestar hasta el 98% de esa cantidad. Esos 98 euros son, a su vez, depositados en otra cuenta y, nuevamente prestados a otro cliente con tal de reservar el 2% (coeficiente de caja), y así sucesivamente en un proceso que puede repetirse hasta 50 veces, aumentando de forma exponencial la oferta monetaria.
Según una
reciente encuesta elaborada por The Cobden Center, el 74% de los británicos piensa, erróneamente, que el banco guarda al 100% el dinero despositado en sus cuentas corrientes, garantizando así su propiedad. Tan sólo un soprendente 8% conoce la realidad: que las entidades disponen libremente de esos ahorros.El sistema de reserva fraccionaria es la base sobre el que se sustenta el funcionamiento de la banca desde hace casi dos siglos. Consiste en que un banco tiene derecho a prestar el dinero de sus clientes, al mismo tiempo que tiene la obligación de devolvérselo de forma inmediata en el momento que lo reclamen.
Por tanto, cuando se invierte a largo plazo (empleando depósitos a la vista para conceder, por ejemplo, hipotecas), sólo es viable si todos los depositantes no deciden retirar su dinero de forma simultánea (corrida bancaria). El banco tan sólo está obligado por ley a conservar en caja el 2% de los depósitos a la vista para pagar a los clientes que deseen retirarlo, el resto lo presta una y otra vez. Según numerosos miembros de la Escuela Austríaca de Economía, ésta es una de las principales claves para entender los recurrentes ciclos de auge y recesión propios de nuestra época.
La reforma que ha presentado Baker pretende poner fin a esta práctica,
permitiendo al cliente elegir la forma de su depósito. Los impulsores reconocen explícitamente que su propuesta está inspirada en la obra
Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos, de
Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos.
Tal y como explica Baker en
The Wall Street Journal (
lea aquí la traducción), la reforma no consiste en prohibir la reserva fraccionaria sino en que el consumidor
pueda elegir constituir depósitos 100%. Es decir, que el banco no preste su dinero sin su consentimiento.
En esencia, se trata de
restaurar la Ley de Peel de 1844, sólo que extendiéndola a los depósitos bancarios. Dicha ley exigía un coeficiente de caja del 100% en oro a los bancos privados, pero tan sólo respecto a la emisión del papel moneda (patrón oro), olvidándose de aplicar el mismo requisito a los depósitos (vea aquí el
vídeo explicativo de Huerta de Soto).
Según Baker, la reforma ofrecerá a los consumidores la posibilidad "de elegir cómo van a utilizar los bancos sus depósitos. Si usted pide en préstamo una pintura a un amigo y le promete que la va a devolver cuando él la pida y a continuación, presta la misma pintura a otra persona, usted está cometido un fraude. Estas normas no se aplican, sin embargo, a los banqueros. Los parlamentarios británicos tienen hoy la oportunidad de cambiar esto, y espero que así lo hagan".
El origen de la crisis
Desde hace casi dos siglos, los bancos gozan del privilegio legal de la reserva fraccionaria, "lo cual significa que pueden prestar lo que ya deben a sus depositantes. Al prestar e invertir los depósitos a la vista, los bancos crean dinero mediante la extensión de crédito. Cuando las inversiones del banco se vuelven agrias, y las inversiones a menudo se vuelven agrias, el banco no puede devolver los depósitos y se declara en quiebra. A menos que se las arregle para convencer a los políticos de que es demasiado grande para caer [too big to fail], en cuyo caso serán rescatados con dinero de los contribuyentes", explica el diputado.
"Esta relación asimétrica entre los depósitos bancarios y el contrato y los derechos de propiedad normales, combinada con la intervención del Estado, como en el caso de la planificación central de las tasas de interés [en alusión a la banca central], y diversas garantías adicionales, es la causa de los auges y crisis financieros", aclara. Baker señala que esta propuesta está siendo seguida muy de cerca en EEUU y Europa. No es de extrañar si se tiene en cuenta que supondría una auténtica revolución para el sistema bancario.
"Nuestro proyecto de ley permitiría a los británicos elegir cómo se utiliza su dinero". Es decir, que la entidad lo custodie sin posibilidad de prestarlo, garantizando la reserva 100% a cambio de pagar una comisión, o bien que el cliente permita explícitamente a la entidad prestar su dinero por un período de tiempo determinado, o lo que es lo mismo, un depósito a plazo a cambio de un determinado rendimiento (tipo de interés).
De este modo, según Baker, "el crédito seguiría existiendo", sólo que ahora sí estaría "respaldado por ahorro real". Además, el depositante "sería plenamente consciente de los beneficios y los riesgos a la hora de optar entre depositar su dinero en custodia [depósito a la vista] o invertirlo durante un período definido [depósito a plazo]".
"Hace dos años la economía mundial entró en crisis, sin embargo, nada se ha hecho para tratar de evitar nuevas crisis. Poner fin a la banca de reserva fraccionaria ha sido propuesto en algunas ocasiones por varios economistas de las tres grandes escuelas tradicionales - keynesianos, monetaristas y austríacos-. Uno podría preguntarse por qué el clamor para poner fin a este privilegio legal y anti-capitalista de la banca de reserva fraccionaria no se ha planteado con anterioridad ni con más fuerza".
Baker tiene muy claro cuál es el problema clave que padece el sistema bancario contemporáneo y propone su solución de forma meridianamente clara: "Los enemigos de la libertad muestran la crisis financiera como un fracaso del capitalismo. Sin embargo, el mercado en realidad no otorga privilegios legales a la banca tales como la reserva fraccionaria, los políticos sí. El privilegio legal de la reserva fraccionaria destruye los mecanismos sanos de propiedad y derecho contractual propios del capitalismo. Esperamos poner fin, hoy, a este privilegio".
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