Seguramente han visto ustedes la película El Golpe (1973), un clásico del subgénero del cine de acción cuya trama gira en torno a un grupo de criminales de guante blanco que planean y ejecutan un intricado plan para cometer un robo o una estafa sin dejar rastro. En esta cinta, ambientada en los años de la Gran Depresión, dos estafadores profesionales, interpretados por Robert Redford y Paul Newman, timan a un capo gánster —y, por cierto, banquero—al son del inolvidable tema The Entertainer. Pues bien, si les impresionó la maestría con la que los timadores preparan y llevan a cabo su plan, sepan que eso no es nada comparado con el saqueo perpetrado por el Estado desde que se inventaron los bancos centrales y la política monetaria. El BCE, que no es una excepción, le ha dado el nombre de OMT a su próximo golpe.
La inflación como la estafa perfecta
En una escena de esa película se dice que para que el golpe tenga éxito, hay que mantener la confianza de la víctima aún después de limpiarlo, es decir, sin dejar que lo note. Y esa es la principal característica de la inflación, que, no dejando rastro y sin recurrir a los impopulares impuestos, permite a los gobiernos financiar la expansión del Estado a costa de la pérdida de valor de los ahorros de sus ciudadanos. No en vano, Ayn Rand calificó la inflación como el paradigma del crimen perfecto, y Mises la tachó de ser esencialmente antidemocrática.
De hecho, incluso defensores tan conspicuos de la intervención del estado en los asuntos privados mediante políticas de intervención monetaria admiten que es “un impuesto sin legislación” (Friedman), mediante el cual “los gobiernos pueden confiscar, secreta e inadvertidamente, una parte importante de la riqueza de sus conciudadanos” (Keynes). De forma muy simplificada, el procedimiento por el que opera es el siguiente: (1) el gobierno necesita dinero para financiar el déficit, (2) le pide al banco central que lo imprima para pagar sus deudas, (3) al haber más dinero en circulación, este pierde valor y suben los precios -aunque no todos a la vez ni la misma cantidad-.
Precisamente por este motivo, a los gobernantes e intervencionistas de todas las épocas les ha atraído tanto la manipulación del dinero como fuente de ingresos. Lo han venido haciendo desde los tiempos del Imperio Romano, cuando el dinero se basaba en un patrón metálico y se expropiaba parte del metal precioso contenido en las monedas para financiar guerras y campañas. El padre Juan de Mariana, escolástico español de la Escuela de Salamanca, denunció esta práctica en la obra que da título a este blog, y por ello fue encarcelado. Imagínense ustedes si los poderosos se lo toman en serio.
Con la aparición del papel moneda y, en especial, con la creación de los bancos centrales y el abandono del patrón oro, los gobiernos se liberaron de casi todas las trabas para crear dinero sin límite para financiarse fraudulentamente a costa de los ciudadanos, como muestran las gráficas que les incluyo. Prácticamente, los únicos que han opuesto resistencia a este expolio producido por las políticas monetarias son los economistas de la Escuela Austriaca, heredera de nuestra Escuela de Salamanca.
Autores como Mises, Hayek, Rothbard o, en la actualidad, Huerta de Soto, han demostrado que dejar la creación de dinero al capricho de políticos y banqueros centrales obstaculiza y distorsiona los flujos de consumo e inversión, imposibilitando la asignación eficiente de los recursos, generando inestabilidad financiera, guerras de divisas, devaluaciones competitivas, expansión crediticia e inflación.
El programa de compra de deuda del BCE a la larga es inflacionario
En este sentido, la decisión del BCE del pasado jueves de
llevar a cabo compras de deuda pública en el mercado secundario de estados miembros en dificultades, con el objetivo de manipular a la baja las primas de riesgo de esos países, es un claro ejemplo de lo que estamos hablando y
un paso en la dirección opuesta a la recuperación. Ya habrán tenido ocasión de leer en
El Confidencial (por ejemplo,
aquí o
aquí) y, en el resto de medios de comunicación, las principales características del programa llamado
Outright Monetary Transactions (OMT), por lo que me limitaré a realizar algunas matizaciones sobre el mismo a la luz de lo comentado. Por cierto, si no han tenido ocasión de hacerlo, les recomiendo que no dejen de leer los comentarios de
McCoy,
Daniel Lacalle y
Kike Vázquez al respecto.
Con condicionalidad o sin ella se monetizará deuda
En primer lugar, no importa cómo de insistente haya sido con la
condicionalidad el Presidente del BCE,
Mario Draghi. Si vieron la rueda de prensa completa o han leído su transcripción (ver
aquí, en inglés), quizás escucharon a algún periodista señalarle con ironía que de cada dos palabras, una era
condicionalidad. Pues bien, la realidad es que
con condicionalidad o sin ella, lo que hará el BCE es monetizar deuda.
Es decir, crear dinero de la nada para comprar letras y bonos del tesoro. Un proceso, el de
imprimir que, como sabemos es inflacionario y redistributivo. Y dado que éste es mucho más rápido que implementar las reformas necesarias -basta con hacer un apunte contable-,
el nuevo dinero estará circulando por el sistema económico bastante antes de que puedan verse los efectos beneficiosos de cualquier ajuste del gasto público. Es decir, el BCE tendrá que poner primero el dinero y fiarse luego de que los gobiernos socorridos hagan realmente los deberes. Y fíjense que
Rajoy ya está siendo él mismo de nuevo y
no aclara cuándo pedirá el rescate.
No se puede esterilizar sin límite la deuda monetizada
Me pueden decir ustedes que aunque sea cierto lo de monetizar, el impacto inflacionario estará neutralizado porque el BCE ha declarado que esterilizarátodas las compras de bonos. Esta esterilización significa que a la vez que el BCE imprime para comprar deuda, por otro lado recoge dinero del sistema y lopasa por la trituradora en la misma cantidad.
Por lo tanto, no importa lo que el BCE diga respecto de la esterilización, porque es físicamente imposible hacerlo ilimitadamente. Mientras que los bancos centrales tienen la capacidad para crear liquidez ad infinitum, para drenarla están limitados por la cantidad de dinero en circulación que, obviamente, no es infinita. Es decir, monetización ilimitada y completamente esterilizada son dos conceptos que no pueden ir juntos en la misma frase.
Contra esto se puede argumentar que aquello de ilimitado es una forma de hablar, que se trata sólo de enviar un mensaje contundente al mercado, que enseguida se subirá al carro y dejará de presionar la prima de riesgo uniéndose a las compras. Sobre este tema, les hablé en mi artículo este verano
Las limitaciones del apoyo ilimitado del BCE (21/08/2012).
Teniendo en cuenta que el problema del Gobierno no es de liquidez, sino de solvencia, y que la deuda pública seguirá creciendo año tras año al ritmo al que se genera el déficit -varias decenas de miles de millones de euros anuales- por una buena temporada, ¿qué nos hace pensar que bajando artificialmente la prima de riesgo vaya a reducirse el importantísimo diferencial entre gastos e ingresos del estado? El propio Draghireconocía este hecho y por eso insistía tanto en las dos patas necesarias para que la medida tenga éxito: la monetaria y la fiscal.
Una vez que se arranca es muy difícil parar (sin perder dinero)
Y, finalmente, no importa que el Consejo de Gobierno del banco central amenace a los gobiernos de los estados miembros auxiliados con la suspensión inmediata de las compras de deuda si no cumplen con lacondicionalidad que se les imponga en su momento. Pues en el mismo instante en el que el BCE suspenda las OMTs por incumplimiento, las primas de riesgo se van a disparar de nuevo, siendo todo el esfuerzo realizado hasta el momento baldío. Peor aún, cargado de deuda soberana devaluada, el balance del banco central que sustenta al euro quedará bastante perjudicado.
Entonces, se preguntarán,
¿por qué el mercado reaccionó tan positivamente al anuncio del pasado jueves? Lo cierto es que la prima de riesgo cayó a cerca de 410 puntos y las bolsas de toda Europa y, en especial el Ibex, se dieron un festín -aunque ayer, tras la euforia,
hubo una corrección a la baja- Pues bien, y volviendo al principio del
post, así es como las grandes estafas funcionan. Primero se gana la confianza de la víctima y luego se comete el fraude. Y como en todo buen timo, la víctima no se da cuenta de que le han desplumado hasta que la banda está bien lejos. Y, como hemos visto,
el programa de compra de deuda por el BCE tiene visos de ser el golpe perfecto contra los ciudadanos europeos.
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