Un estudio hecho en los países nórdicos , demostró que las personas que invierten en bolsa no son los que más dinero tienen, sino lo más inteligentes.

"Por extraño y paradójico que le parezca: La renta variable es el activo-a largo plazo-más rentable y menos arriesgado".Francisco García Paramés

La clave en el mundo de las inversiones está en la PACIENCIA, como decía un inversor value "Más vale hacerse rico despacio que pobre rápidamente" .

Todo llega para quien sabe esperar.Nunca te des por vencido, las grandes cosas llevan tiempo.

‎ "Yo me fío más de cómo maneja la economía una familia que se juega el pan o un empresario, que se juega la ruina, que un grupo de señores que, cuando quiebran un país, se van a su casa, reciben seis cargos públicos o privados y se dedican a dar discursos."Daniel Lacalle

Los seres humanos observan que hoy en día las carreteras, los hospitales, las escuelas, el orden público, etc. etc., son proporcionados en gran (sino en exclusiva) medida por el estado, y como son muy necesarios, concluyen sin más análisis que el estado es también imprescindible. No se dan cuenta de que los recursos citados pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata, y conforme con las cambiantes y variadas necesidades de cada persona, a travésdel orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada.Jesús Huerta de Soto

Comprar cuando la bolsa baja y vender cuando sube es difícil porque va en contra de la naturaleza humana: en los últimos 3.000 años, cuando el vecino de al lado salía corriendo o gritaba "fuego", ha resultado rentable salir corriendo también. De ahí que cuando la bolsa sube nos dan ganas de comprar, y cuando baja nos dan ganas de vender, por una simple cuestión de biología.

¿Pero es que no os dais cuenta que todas las injusticias y toda la corrupción proviene de lo "publico"?‏



sábado, 12 de febrero de 2011

¿Cómo conseguir el acceso universal a la salud?

 Fernando Parrilla


Ana Grabiela Rojas publica un interesante reportaje en El País sobre un hospital privado 'low cost', situado en la India, donde se opera a cientos de personas de patologías del corazón por apenas 1.400 euros o, en muchos casos, de forma gratuita.
Tal como se explica en el reportaje, su secreto es sencillo: utilizar la economía de escala para abaratar los costes al máximo. O dicho de otra manera: aprovechando la gran cantidad de pacientes a los que operan (30 al día venidos de todos los rincones de la India e incluso de otros países de Asia y África), pueden permitirse tener personal muy especializado que cobra por jornada de trabajo, y no por operación. 
Gracias a ello, muchas personas, para las que un coste más alto no permitiría acceder a este tipo de intervenciones, pueden mejorar e incluso salvar su vida. Todo ello sin renunciar a unos suculentos beneficios que permiten al hospital mejorar la calidad del servicio y planear expandirse con nuevos hospitales en la India.
Pese a ser un negocio privado que da beneficios, Devi Shetty (fundador del hospital) hace un declaración bastante curiosa: "El cuidado de la salud debe ser separado de la posición económica, es una cosa de dignidad. El acceso universal a la salud debería ser el objetivo de toda la civilización".
Y digo que es curiosa porque mucha gente piensa que tan noble declaración solo podría ser pronunciada por un defensor de un sistema público de sanidad, donde el beneficio esté supeditado al bienestar del paciente y el coste sea soportado por la sociedad.
Que la pronuncie el fundador de un hospital privado diseñado para abaratar costes y dar beneficios debe ser desconcertante para quien piense así, pero no tienen nada más que razonar durante unos minutos para salir de su desconcierto.
Y es que, por mucho que nos parezca mal, la sanidad tiene un coste; los médicos, las enfermeras y demás personal necesario para dar servicio tienen que cobrar un sueldo; hay que pagar a los proveedores de los materiales que se utilizan, la energía que se consume y los medicamentos que se dispensan.
Todos estos recursos son escasos, por lo tanto, tienen un valor que ha de ser satisfecho para poder hacerse con ellos.
El Estado puede asumir el coste de todos estos recursos siempre y cuando se pueda gravar a los ciudadanos con los suficientes impuestos como para sufragarlos, pero el problema de esta práctica es que se desincentiva la reducción de costes, ya que el usuario pierde la opción de comparar precios al haber un único proveedor del servicio (al que ya ha pagado por la fuerza). Asimismo, se ralentiza la innovación, ya que los cambios en cualquier administración centralizada son difíciles de realizar. Aun así, si la sociedad es lo suficientemente rica como para soportar estos inconvenientes, el sistema universal público puede sobrevivir durante cierto tiempo.
En cambio, en países como la India no se pueden permitir despilfarrar el dinero de sus ciudadanos en este tipo de sistemas, simplemente porque no tienen el dinero necesario para mantenerlo. Por lo tanto, cualquier persona sensata que quiera extender la sanidad a capas deprimidas de la sociedad tiene un único camino: abaratar los costes de tal manera que sea accesible a la mayor parte de la población (que los pacientes puedan pagar el tratamiento y que la sociedad pueda asumir pagárselo a los que no tienen recursos para ello).
Al fin y al cabo, ese es el camino que ha recorrido la humanidad para abastecerse de productos y servicios que hace apenas cien años estaban reservados a reyes; si podemos tener aire acondicionado en casa o viajar a casi cualquier punto del planeta, no es porque el Estado lo garantice con sistemas públicos, sino porque emprendedores como Devi Shetty han conseguido bajar el coste de estos servicios hasta tal punto que una mayoría de ciudadanos se los puede permitir.
Por lo tanto, para que la sanidad sea universal, dejemos que el mercado actué haciendo que los costes bajen. Un sistema digno es el que salva al mayor número de personas posible, no el que condena a la mayoría en nombre de la política.

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